Cita bíblica:
Efesios 6:17
Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;
Para meditar:
El yelmo era la última pieza de la armadura que se ponía cuando un soldado se preparaba para la batalla. Era lo último que se hace antes de iniciar el combate, es vital para su supervivencia, ya que protege la cabeza, la cual es la estación de mando para el resto del cuerpo; si la cabeza es dañada, el resto de la armadura no podría aprovecharse como se debe.
Muchos de los ataques de Satanás van específicamente dirigidos a la cabeza, a nuestra memoria, a nuestros pensamientos y debilidades por lo que debemos tomar ese yelmo y abrocharlo muy bien.
Gracias a Nuestro Señor Jesucristo el enemigo ya no tiene ningún poder sobre nosotros (Romanos 6:10; 8:2; 1ª Corintios 1:18). Él lo sabe, pero muchos de los hijos de Dios o no lo saben o, al menos, no viven como si lo supieran.
Debemos mantener siempre bien colocados nuestros yelmos para que los dardos de fuego no se alojen en nuestros pensamientos y nos incendien. Mediante esta pieza de la armadura podemos derribar "argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2ª Corintios 10:5)
Así que:
Renovemos nuestra mente. En todo tiempo, ahí es un continuo campo de batalla. Y los resultados de esas batallas determinan el curso de nuestras vidas. (Romanos 12:1-2)
Rechacemos las dudas. Es inadecuado tener fe y dudar al mismo tiempo. Dios recompensa nuestra fe. Con el yelmo de la salvación bien puesto, elegiremos creer en lo que parece imposible (Hebreos 11:6; 1ª Pedro 1:8-9).
Mantén la correcta perspectiva. Cuando todo se derrumba a nuestro alrededor, debemos recordar mirar hacia arriba. A nuestro Padre de misericordia (Mateo 6:20; 1ª Corintios 3:11-13).
Busca el reino de Dios y su Justicia. Elegir el pecado ya no es una opción para nosotros porque hemos sido regenerados por su sacrificio, somos "nuevas criaturas" (2ª Corintios 5:17; 1ª Juan 3:9)
Nuestra esperanza es Él. El Salmo 7:25 dice: "¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra". Sea siempre èste nuestro estandarte.
Nuestro yelmo es más eficaz cuando atesoramos lo que representa.
Preguntas para reflexionar:
¿Escuchas más lo que el enemigo habla a tu alma o haces verdaderamente uso del yelmo?
¿Mantienes bien colocado el yelmo para evitar los dardos de fuego del maligno?
Orar por:
Que tomemos verdadera conciencia de que somos Soldados de Jesucristo y Él es nuestro capitán.
Que confesemos siempre que ninguna arma forjada en contra de nosotros prosperará.
No permitir que el enemigo traspase el yelmo del salvación con pensamientos de mentira o error.
Alabanza: "Yo declaro a Cristo"
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